lunes, 23 de junio de 2014

El Vaticano aportó una prueba inédita del silencio de la curia argentina durante la dictadura

Cuando se callaron las Iglesias

Se trata de una carta del obispo Enrique Angelelli, escrita en julio del ’76, donde le informa al nuncio Pío Laghi las violaciones a los derechos humanos que sufría junto a sus compañeros. Fue presentada en el juicio por su asesinato.

 Por Ailín Bullentini

Después de casi 40 años, el Vaticano, a cargo del papa Francisco, aportó documentación inédita de violaciones a los derechos humanos cometidas en Argentina. Lo hizo a través del Obispado de La Rioja, que presentó las pruebas durante la primera parte de los alegatos en el juicio por el asesinato de monseñor Enrique Angelelli. Los abogados querellantes en la causa calificaron de “histórica” esa audiencia realizada el viernes 13 de junio, cuando se incorporó la carta y el informe en el que el propio Angelelli denunció la persecución que sufrían él y sus compañeros en la misión cristiana por parte del Ejército y la policía. “Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”, alerta en su escrito Angelelli, entre descripciones sobre las cárceles provinciales “repletas de detenidos por el solo delito de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia” y la denuncia de torturas a un párroco de la zona. Las cartas, originalmente destinadas al nuncio vaticano, entonces Pío Laghi, y fechadas en julio de 1976, habían llegado en copia a la institución más importante de la religión cristiana en la misma fecha.

“Sabíamos que las denuncias del monseñor habían llegado al Vaticano, pero hasta el momento no teníamos la certeza de la prueba documental”, evaluó la querella del Obispado riojano, quien insistió ante el papa Francisco para la entrega de la documentación y remarcó: “Lo que dicen los documentos se sabe y fue probado en el juicio, lo importante es que prueban que sus denuncias llegaron al Vaticano”. Las secretarías de Derechos Humanos nacional y provincial habían consultado a la Santa Sede, vía Cancillería y antes del comienzo del debate oral, por la existencia de cualquier tipo de documentación remitida por Angelelli. “Es positivo que el Vaticano haya aportado estas cartas, ya que prueban que Angelelli les comunicó lo que estaba pasando. Pero también valen porque prueban que Pío Laghi recibió la información, algo que siempre negó”, expresó Guillermo Díaz Martínez, quien junto a Bernardo Lobo Bugeau representa la querella de las secretarías públicas (ver aparte).
Documentos inéditos

La semana pasada, el Papa entregó al Obispado de La Rioja, a cargo de Marcelo Colombo, dos documentos: una carta y un informe titulado “Crónica de los hechos relacionados con el asesinato de los padres Longueville Gabriel y Murias Carlos”, los curas de Chamical asesinados el 18 de julio de 1976. Los escritos habían sido remitidos ese mismo mes de aquel año a Laghi, quien entonces estaba a cargo de la Nunciatura apostólica en Argentina –representante de la Santa Sede–. Las querellas consultadas creen que los documentos llegaron al Vaticano porque Angelelli se preocupó por enviar copias debido a que “desconfiaba de la inacción del nuncio”, mencionó la abogada que representa la querella del Obispado riojano en el juicio, Mirtha Sánchez.

La desconfianza fue acertada. La representante legal aseguró que el Obispado tiene la certeza, debido a documentos archivados en la propia institución, de que Angelelli mantuvo diálogo con Laghi. En el expediente de la causa figuran algunos intercambios epistolares en los que Angelelli le cuenta al entonces vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Vicente Zazpe, de su diálogo escrito con Laghi. La carta aportada de manera inédita por el Vaticano refiere a un envío epistolar previo entre ellos. Laghi, sin embargo, negó históricamente saber de las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar. “La carta incorporada demuestra la mendacidad de Laghi, que tenía pleno conocimiento de las persecuciones a la diócesis de La Rioja, sus curas, laicos y obispo”, alegó Lobo Bugeau la tarde del 13 de junio, horas después de que el Obispado diera a conocer los documentos aportados por el Vaticano y solicitara su incorporación a la causa.

En el libro Nuestra Santa Madre, Laghi se presenta ante el grabador de la periodista Olga Wornat como un nimio ignorante: “¿Cómo iba a suponer que estaba tratando con monstruos capaces de arrojar personas desde los aviones y otras atrocidades semejantes? Se me acusa de delitos espantosos por omisión de ayuda y de denuncia, cuando mi único pecado era la ignorancia de lo que realmente sucedía”, se autoexculpa. Muchos familiares y amigos de desaparecidos durante la última dictadura aseguraron haber recibido silencio y maltratos de su parte cuando acudieron en su ayuda. Laghi falleció en 2009 en Roma. Impune.
Asunto “Costa”

“El motivo de esta carta es para ponerle en conocimiento de lo que pasa por aquí, para que esté informado debidamente”, introdujo Angelelli en el escrito que le envió a Laghi el 5 de julio de 1976. Lo primero que relata allí tiene que ver con “los Cruzados de la Fe de la Costa”, un grupo de terratenientes entre los que figuran Amado y César Menem (familiares del senador y ex presidente Carlos Menem) del departamento de Castrobarros, conocido en la provincia como la Costa riojana. Angelelli los acusó en la carta de haber “cambiado la cabeza de la familia” del padre Virgilio Ferreyra, por aquellos días recién fallecido, razón por la cual había decidido “no celebrar la misa” en su honor.

Para esa época, los Cruzados de la Fe contaban con una estructura de persecución hacia la diócesis de Angelelli ensamblada con el Ejército, la policía y los medios de comunicación: el diario El Sol era su órgano de difusión, a través del que difundían, bajo el nombre de Movimiento Católico Seglar de Formación y Apostolado de La Rioja, solicitadas en las que denigraban a Angelelli llamándolo “Satanelli”, “obispo rojo” u “obispo marxista”. Su odio al entonces obispo provincial había comenzado algunos años antes, durante el reinado de la Triple A. El hecho desencadenante había sido la disputa entre el religioso y aquel grupo por un predio de tierras muy ricas para el cultivo de vid que estaban deshabitadas y habían quedado sin dueño. “El grupo se las quiso apropiar, pero Angelelli las intentó retener para los pobres. No tuvo suerte”, apuntó Sánchez.
Situación general: persecución, represión y cárcel

En su carta, Angelelli también acusó al “jefe militar Osvaldo Battaglia” de haberle quitado la misa radial y ordenado que se realizara en el Casino de Oficiales por el capellán militar Felipe Pelanda López. “Sin haberme comunicado absolutamente”, denunció Angelelli en el texto en el que se quejó: “Este abuso y atropello es causal de escándalo”. La situación no terminaba allí. “Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”, advirtió el entonces obispo riojano, quien, además, añadió: “Me aconsejan que se lo diga: nuevamente he sido amenazado de muerte”.

Las torturas que sufrió un sacerdote durante su detención fue otro suceso informado por Angelelli al nuncio apostólico en aquella carta de julio de 1976. “El sacerdote Eduardo Ruiz injustamente detenido fue obligado por los militares de La Rioja a escribir una carta a su obispo (o sea, él) desde la cárcel. Fue moralmente torturado para que la escribiera”, denunció el obispo. Por último, advirtió sobre “una realidad dolorosa”: “Nuestra cárcel está repleta de detenidos. Personas honorables, padres de familia, gente sencilla están dentro muchos de ellos por el solo ‘delito’ de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia”, apuntó y añadió que en el encierro “se tortura asquerosamente”.
El diálogo con Menéndez

Angelelli no sólo le mencionó a Laghi que mantuvo una “entrevista” con el entonces jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, sino que lo alertó sobre lo que había oído de boca misma del represor y máximo imputado por su muerte en el juicio que transita su fase definitoria, que quería ser un Cruzado de la Fe. “Señor nuncio, pensemos a tiempo todo esto para no tener que lamentar consecuencias dolorosas en un futuro muy próximo”, solicitó el monseñor riojano en aquella carta del 5 de julio de 1976.
Crónica de dos muertes

El otro documento aportado por el Vaticano es un informe en el que Angelelli detalló, día por día, lo que sucedió en torno del asesinato de los curitas de Chamical: que el 18 de julio de 1976 “dos individuos vestidos de civil” los fueron a buscar a la casa de dos religiosas, en Chamical, donde estaban cenando y los llevaron supuestamente a la ciudad capital; que el 19 de julio, las religiosas comunican la detención de los sacerdotes al Obispado, desde donde se hacen averiguaciones sin éxito; que al día siguiente “una cuadrilla de ferroviarios encuentra los cadáveres de ambos sacerdotes acribillados a balazos, maniatados y en estado lamentable”. Los papeles exhiben el sello de la Nunciatura Apostólica que certifican su recepción el 30 de julio.

“El hecho de la muerte de estos dos sacerdotes no está ajeno al contexto argentino y riojano que se vive”, advirtió Angelelli en el texto en el que citó dos artículos periodísticos publicados en el periódico El Sol “en contra de la diócesis” firmados por el Movimiento Seglar de Formación y Apostolado, los Cruzados. Según el monseñor, esos textos tenían relación con los asesinatos y también con la muerte de Pedernera, en Sañogasta: “El domingo 25 de julio varios individuos encapuchados asesinan en la puerta de su domicilio y frente a su familia a Wenceslao Pedernera”, resumió Angelelli, quien concluyó: “En este caso también deben tenerse en cuenta las notas del diario El Sol”.

jueves, 19 de junio de 2014

Exdesaparecida denuncia que Milani encabezó su detención en La RIoja

En diálogo con Perfil, Verónica Matta relató que tenía 17 años cuando la detuvieron. Estuvo tres años presa. El contacto con Milani y Ledo.
 
"Sí, es él. Lo recuerdo más joven y un poco más flaquito, pero es Milani. Es el mismo rostro que guardo en mi memoria". Con estas palabras, y al ver la foto que ilustra esta nota, Verónica Matta reconoció al teniente general César Milanicomo el militar que comandó el operativo de su detención ilegal en La Rioja por el que permaneció tres años presa de la dictadura.
 
Matta se había acercado a la audiencia pública en el Congreso de la Nación convocada por el Frente de Izquierda en un nuevo aniversario de la desaparición del soldadoAlberto Ledo, crimen de lesa humanidad que involucraría al jefe del Ejército, y allí tomó la palabra y contó la historia de su detención. Por primera vez y en exclusiva paraPerfil.com, Matta explica por qué señala a Milani como el hombre que comandó su detención.
 
"Cuando vi a Milani por los últimos acontecimientos me dio un escozor, porque lo reconocí",cuenta Matta. "Empecé a leer que había estado en La Rioja, até cabos y saqué conclusiones. Había sido el militar joven que había llevado la voz cantante durante mi detención", agrega. La mujer tenía 17 años y era estudiante del Colegio Nacional Joaquín V. González, una tradicional institución educativa riojana. "Participaba como delegada en las actividades estudiantiles, teníamos programas de radio y una actividad social y política importante para nuestra juventud", explica.
 
"En esas circunstancias conocí a Alberto Ledo, que hoy está desaparecido.Compartíamos salidas, música, guitarreadas, que eran muy comunes en La Rioja", sostiene Matta. Cuando los militares tomaron el poder, el clima político en la provincia cambió. "Se vivía un clima muy particular desde antes del golpe. Con quienes nos reuníamos sabíamos que se venía algo pesado. Después del golpe empezaron a detener a muchas personas. Con mis amigos nos juntábamos, les llevábamos libros a los detenidos. Yo sabía que en algún momento iban a venir por mí", relata. El presentimiento de Verónica Matta se cumplió el 16 de julio de 1976, exactamente un mes después de la desaparición del conscripto Alberto Ledo.
 
"Esa noche yo ya estaba durmiendo, pero lo hacía con un solo ojo porque el clima era muy complicado, unos ruidos de autos me despertaron -recuerda-. Salí por el balcón y vi tres autos con muchos militares armados. Mi viejo subió a mi cuarto y me avisó que debía bajar, que me buscaban. Me vestí con bastante parsimonia mientras los militares esperaban en la sala. Bajé y vi toda la escena. Había hombres más grandes, todos con las armas. Mi viejo preocupado hablaba con ellos. Había una figura que contrastaba con el resto de los presentes. Era un jovencito vestido de militar, muy puesto, carilindo, y que llevaba la voz cantante. Le decía a mi viejo: 'No se preocupe, doctor'. Mi papá preguntaba: ‘¿Pero a dónde la llevan?’. ‘No le podemos decir, doctor’, le decía este militar jovencito. Mi viejo era abogado e hizo llamar a un vecino para que testifique que me estaban llevando, eran don Feiling, que murió. También recuerdo que le pidió al militar joven que firmara un papel y tengo el recuerdo de que lo firmó.Ese hombre para mí era Milani", asegura la mujer.
 
-"¿Qué pasó después?", pregunta Perfil.com.
-"'No te preocupes, en dos días estás en casa', me dijo mi viejo. Pero estuve casi tres años presa. Me subieron a un auto, el militar joven, que para mí es Milani, se fue en otro a seguir el raid. Esa noche detuvieron a varias otras personas. Fue como una ‘Noche de los lápices’ riojana. Me llevaron al Instituto de Rehabilitación Social, que fue un centro clandestino de detención en la provincia. Varios días después, en medio de un interrogatorio, se me subió la venda de los ojos, porque me mantenían vendada y atada cuando me llevaban a interrogar. Como se subió la venda, pude mirar y reconocí a este militar que había estado durante mi detención. Ese militar joven estaba dentro del centro clandestino de detención, en medio de los interrogatorios".
 
Matta fue legalizada por el juez Catalán, actualmente preso por delitos de lesa humanidad y que está acusado en el caso Ramón Olivera, por el que también se acusa a Milani. Su testimonio es el quinto que involucra a Milani en crímenes de lesa humanidad bajo la dictadura. En la audiencia del Congreso convocada por el Frente de Izquierda también participó Graciela Ledo, hermana del conscripto desaparecido, que ayer mismo pidió mediante sus abogados querellantes la indagatoria como acusado del teniente general César Milani.
 
Perfil.com pudo conversar con la abogada María Elisa Reinoso, abogada de la familia Ledo, que presentó ante la justicia informes de inteligencia adscriptos a la causa que investiga el asesinato del soldado Roberto Villafañe, en los que se menciona a Ledo como "marxista trotskysta, perteneciente a la zona La Rioja del PRT-ERP y responsable del frente político del PRT-ERP en la Universidad Nacional de Tucumán, participante del intento de copamiento del R-17 Catamarca y de haber llevado la tarea de captación de soldados en la unidad".
 
Varios testigos señalaron que Milani hacía inteligencia entre los conscriptos y el actual jefe del ejército firmó el informe falso que señala que Ledo había desertado del ejército, cuando en realidad había sido desaparecido. El testimonio de Verónica Matta complica aún más la ya difícil situación del hombre elegido por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para dirigir al ejército de la nación.

Caso Ledo: con nuevas pruebas, piden la indagatoria de Milani

Los crímenes de la dictadura La familia del soldado mostró un documento del ejército que lo señalaba como “subversivo”.
Presentación y reclamo. La mamá y la hermana del soldado Ledo, ayer en La Rioja, junto a ex presos políticos.

Al cumplirse 38 años de la desaparición del conscripto Alberto Agapito Ledo, su hermana Graciela y su mamá Marcela Brizuela de Ledo, Madre de Plaza de Mayo de La Rioja, pidieron a la justicia federal de Tucumán que cite a prestar declaración indagatoria al jefe del Ejército, general César Milani. para empujar el reclamo presentaron ante la fiscalía tucumana un documento redactado por la Inteligencia del Ejército, en el que se señala a Ledo como integrante de una “célula subversiva” y una persona de “extrema peligrosidad”: con estos papeles, respaldan su denuncia de que Milani no podía ser ajeno a la represión en La Rioja.

Las abogadas de los familiares del conscripto presentaron al fiscal Carlos Brito un escrito en el que piden que se cite a declarar a Milani, quien siendo subteniente firmó el acta de la supuesta deserción de Ledo, que a la postre resultó falsa.

“La causa está paralizada desde hace bastante tiempo y no vemos ánimo de profundizar la investigación, sino todo lo contrario”, señaló Graciela Ledo, quien ayer estivo acompañada por ex presos politicos durante la dictadura y por Rogelio De Leonardi, secretario de derechos humanos de la CTERA de Hugo Yasky. En rigor, el expediente no se movió más después que el juez federal de Tucumán, Daniel Bejas, procesara en agosto del año pasado al ex capitán Esteban Sanguinetti, por ser quien llevó a Ledo a la selva tucumana (ver “Un ‘desertor’...”).

Otro argumento para sostener el reclamo es precisamente que en aquel momento Sanguinetti le ordenó a Milani “que investigara exhaustivamente” la presunta deserción de Ledo.

Pero ahora la querella consiguió un documento “de la propia Inteligencia del Ejército”, datado en agosto de 1976 (Alberto había desaparecido en junio), que prueba que Milani, revistando en la sección Inteligencia del Batallón de La Rioja, no podía ignorar lo que estaba sucediendo, ya que Alberto era su asistente personal” dijo Graciela Ledo. para su mamá, el traslado del conscripto desde La Rioja a Tucumán “fue con el objetivo premeditado de matarlo o hacerlo desaparecer”.

El documento presentado ayer fue elaborado por la sección Inteligencia del Batallón 141 de Ingenieros, que entonces estaba en La Rioja. En él, el Ejército le endilga a Ledo integrar una “célula subversiva” y efectuar acciones junto al soldado Roberto Nicolás Villafañe y otros civiles. Villafañe fue asesinado el 30 de agosto de 1976. Por su muerte sólo fue condenado el cabo José Rodríguez.

El informe de los militares destaca además la presunta extrema peligrosidad de Ledo.

La querella plantea que Milani sabía esto. Graciela Ledo advirtió además que “detrás de la situación de Milani se esconde toda una camada de militares que participaron de la represión, aún siendo jóvenes como él, y que ahora buscan pasar inadvertidos y evitar la justicia. Pero nosotros no lo vamos a permitir”.

Las abogadas también apuntaron contra los civiles “que participaron de la represión y están quedando fuera de todo juicio”, y pusieron como ejemplo a los directores de la cárcel riojana, donde se torturó.

Un “desertor” a quien nadie buscaba

Mientras hacía la conscripción, el riojano Alberto Ledo estudiaba Historia. El 20 de Mayo de 1976, Día de La Rioja, fue trasladado a Monteros, Tucumán, junto a un grupo de soldados, para participar en el operativo antisubversivo Independencia.

En la noche del 17 de junio salió tres veces del campamento junto al capitán Sanguinetti, quien era responsable de las obras viales del batallón. Iban a “hacer una recorrida por la zona”. La última vez, Sanguinetti volvió solo: indicó a los otros conscriptos que junten las pertenencias de Ledo y ordenó al entonces teniente Milani que investigue la “deserción”del soldado y haga el acta respectiva.

El 4 de julio, Marcela la madre de Alberto, fue a Monteros a preguntar por su hijo, que había cumplido 20 años dos días antes. Para su sorpresa, en el campamento le informaron que había desertado. Pero nadie, ni de la policía ni del ejército, había ido a preguntar ni a buscarlo a su casa, cosa que debió haber ocurrido si la presunta deserción hubiese sido investigada “exhaustivamente”.