domingo, 19 de agosto de 2012

Otorgan prisión domiciliaria a los represores juzgados en La Rioja

El Tribunal Oral Federal de La Rioja otorgó la prisión domiciliaria "por cuestiones de salud" a los represores Luciano Benjamín Menéndez, Luis Fernando Estrella y Domingo Benito Vera, quienes están siendo juzgados desde el jueves aquí por los asesinatos de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville ocurridos durante la dictadura militar.

Los jueces entendieron en sus considerandos que "en el caso de Menéndez se reestablece la prisión domiciliaria que había sido impuesta en julio de 2010 la que cumplía en la ciudad de Córdoba y que duró hasta el pasado miércoles que fuera trasladado a esta provincia para participar en la audiencia óral y pública".

Para los magistrados, Menéndez "siempre estuvo a derecho cuando fue requerido y de acuerdo a los informes médicos, aparece como razonable otorgarle la prisión domiciliaria la cual estará a cargo de un guardador y contará a demás con una guardia permanente de la policia federal".

En el caso de Estrella, se encontraba con prisión domiciliaria pero por otra causa y con libertad en ésta, por lo que al igual que en los caos anteriores se había ordenado su detención para resguardar su prescencia en las adudiencias de debate en La Rioja.

Vera, en tanto, se encontraba en libertad y el tribunal habia ordenado su detención debido a la proximidad del juicio y para garantizar su prescencia en el mismo.

Las medidas fueron solicitadas por los defensores oficiales Carlos Cáceres y Juan De Leonardi, abogados de Menéndez y Estrella, respectivamente, y el abogado particular Sebastián Chiavassa defensor de Vera, y fueron rechazadas por la Fiscalía General y por las partes querellantes.

Esta resolución de la justicia riojana se agrega a la decisión del jueves pasado, una vez inicido el juicio, de posponer una semana las audiencias por un requerimiento del abogado de Estrella "para poder estudiar el expediente de su defendido", ya que Enrique Leiva, anterior defensor, renunció a horas de inciarse el proceso.

El jucicio, que ya había comenzado con 12 horas de retraso, se inició con la lectura de la acusación a los tres imputados, sin embargo el abogado de Estrella, Juan De Leonardi, solicitó su suspensión para poder estudiar el expedidente, recurso que el tribunal aceptó, por lo que el proceso quedará suspendido hasta el proximo jueves 23 a las 9.

Luego de la lectura de los hechos que culminaron con el crimen de los dos curas que pertenecían a la diócesis del obispo Enrique Angelelli, a los tres acusados se les imputó privación ilegitima de la libertad agravada, homicidio calificado y tormentos.

A pesar de que los defensores de Vera y Menéndez intentaron volver a dilatar el comienzo del juicio y conseguir autorizaciones médicas para eximir a sus representados de tener que comparecer ante el tribunal, la justicia determinó que estaban en condiciones de afrontar la audiencia.

Hasta último momento continuaron las dilaciones que hicieron que el juicio comenzara a las 20, tres horas más tarde de lo que estaba previsto, tras una primera postergación de las 9 a las 17, para que asistan los tres imputados.

El juicio oral que finalmente comenzó el jueves es el segundo que se desarrolla en esta provincia, y en él se investiga el asesinato de los sacerdotes ocurrido el 18 de julio de 1976.

Aquel día de julio, un comando de la policía provincial se apersonó en los en la casa parroquial de la Iglesia El Salvador, en la localidad de Chamical, donde los secuestraron y los llevaron hasta la base de Chamical de la Fuerza Aérea Argentina donde los interrogaron y los torturaron.

El 20 de julio sus cuerpos baleados aparecieron a siete kilómetros de Chamical, con los ojos vendados y las manos atadas.

Según se indicó en el comienzo del juicio, los secuestradores que se habían presentado como miembros de la Policía Federal, respondían lineamientos trazados por el cuerpo del ejército que conducía Menéndez.

Murias, Longueville y un laico, Wenceslao Pedernera, acompañaban la misión pastoral del obispo Enrique Angelelli, quien también fue asesinado por la dictadura en un sospechoso accidente de tránsito.

Una semana después de las muertes de los sacerdotes, Pedernera, comprometido con la Iglesia y la asistencia a los más necesitados, apareció muerto brutalmente en Chilecito.

Murias era un sacerdote franciscano cordobés, del pueblo de San Carlos Minas, que se dedicó al trabajo comunitario en zonas carecientes. Al ser trasladado a La Rioja, trabajó codo a codo con Longueville, sacerdote francés que había llegado en 1970 a Corrientes, y dos años después se acercó a Angelelli para ejercer en Chamical su proclamada opción por los pobres.

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