miércoles, 27 de noviembre de 2013

“La Iglesia fue cómplice del asesinato", testimonio del ex sacerdote Arturo Pinto

EL TESTIMONIO DEL EX SACERDOTE ARTURO PINTO, EN EL JUICIO POR EL CRIMEN DEL OBISPO ANGELELLI EN 1976
“La Iglesia fue cómplice del asesinato”

Pinto fue amigo y colaborador de Angelelli. Ante el tribunal contó cómo fueron los últimos días del obispo de La Rioja y, en contraposición con la teoría del accidente que sostuvo la jerarquía eclesiástica, aseguró que “fue un atentado”.
Por Irina Hauser

Un día antes de que lo asesinaran, el obispo de La Rioja, Enrique Angelelli dibujó en un papel un círculo con forma de espiral y en él fue ubicando una serie de sucesos, cuyos últimos eslabones habían sido el homicidio de los curas de su pastoral en Chamical, Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murias, y el del laico Wenceslao Pedernera. “La cosa está brava”, les advirtió a los sacerdotes de su mayor confianza, y se ubicó en el centro del dibujo porque, dijo, creía ser el próximo de la lista. Ellos le pedían que se fuese a Perú, aprovechando que de allí lo convocaban. “El pastor no abandona a sus ovejas”, contestó. En aquel encuentro estaba Arturo Pinto, amigo y mano derecha de Angelelli, quien lo recordó ante el tribunal oral riojano que juzga su asesinato como parte de un contexto que anticipaba el desenlace. Su testimonio resulta clave porque además es el hombre que viajaba con el obispo en un Fiat 125 multicarga el 4 de agosto de 1976 en el momento en que otro vehículo se les cruzó y los hizo volcar, y que al sobrevivir pudo contarlo.

“A Angelelli lo mataron mediante una maniobra vehicular provocativa, fríamente premeditada, fue un atentado, no un accidente”, aseveró Pinto, en contraposición con la teoría que sostuvo la Iglesia Católica.

Pinto declaró ayer frente a los jueces Camilo García Uriburu, Carlos Lascano y Juan Carlos Reynaga. “Sabía que era perseguido y que lo iban a matar como lo hicieron con otros sacerdotes”, insistió el ex sacerdote, quien dejó de ejercer en 1977 cuando se cumplió un año del homicidio del obispo. El juicio que transcurre en La Rioja tiene como acusados al ex jefe del tercer cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez y al ex comodoro Luis Estrella. Los otros tres hombres que debieron haber sido juzgados por este hecho ya murieron: el dictador Jorge Rafael Videla, el ex ministro del Interior Albano Harguindeguy y Juan Carlos Romero, quien estuvo a cargo del Departamento de Informaciones (D2) de La Rioja.

En su relato, Pinto se refirió a Menéndez en un tramo específico en el que confirmó la existencia de un encuentro que mantuvo con Angelelli en 1976. Dijo que el obispo volvió de allí “preocupado”, como quien había recibido una amenaza. Menéndez siempre negó esa entrevista, a la que, sin embargo, aludieron también otros testigos del juicio, como Luis “Vitín” Baronetto –querellante de la organización Tiempo Latinoamericano– y María Elena Coseano, sobrina de Angelelli.

“Esto demuestra la mano siniestra de Menéndez en las amenazas y la planificación del atentado”, señaló a este diario Guillermo Díaz Martínez, querellante por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Ayer la sala del tribunal oral, en el edificio del correo en La Rioja, estaba repleta.

Pinto conoció en los ’60 a Angelelli, que era rector del seminario en Córdoba donde él estudiaba para sacerdote. El obispo lo consagró cura en Villa Unión, en un acto en la vía pública, y desde entonces fue junto a él casi a todas partes. Durante toda la primera parte de su declaración intentó explicarles a los jueces “la nueva manera de hacer de la Iglesia” que buscaba desarrollar Angelelli a través de la llamada “opción por los pobres”. “Era una Iglesia liberadora de ataduras, que cuestionaba la mala distribución del agua, la concentración de la tierra en latifundios, los bienes en pocas manos. Ofrecía una reinterpretación del evangelio, se preocupaba por la situación de cada persona. Era novedoso, y fue tratado de subversivo, lo acusaban de cambiar la fe y las costumbres”, le contó a Página/12.

En julio de 1976 Angelelli había viajado a Chamical tras el asesinato de los curas Longueville y de Dios Murias, cuyos cuerpos aparecieron con vendas en los ojos y marcas de torturas dos días después de ser secuestrados. Después del sepelio se los homenajeó en un “novenario” (durante nueve días), donde también se intentaba “mitigar el dolor” y contener a los pobladores, que estaban asustados. En ese período el obispo se instaló en el cuarto de Murias y comenzó a entrevistar a la gente de la zona –recordó Pinto– que le tenía gran confianza, “quería descubrir quién los había matado, la gente le contaba, su máquina de escribir volaba”, contó Pinto a este diario. Con todo ese material armó una carpeta, que pensaba mandar al Vaticano y a la nunciatura, según contaron varios testigos.

El 3 de agosto Angelelli y Pinto emprendieron el viaje de vuelta después del mediodía. Llevaban la carpeta con toda la investigación de Angelelli en el asiento de atrás. Tomaron “un camino alternativo hasta retomar la ruta nacional 38 para no pasar por el frente de la ex base Aérea de Chamical debido a la mala relación que había entre sus integrantes y el obispo”, declaró Pinto. Entonces contó que a la altura de Punta de Los Llanos, a 100 kilómetros al sur de la capital riojana, un auto de color blanco los encerró “por delante de la camioneta, que se salió de la ruta y volcó”. “Producto del vuelco Angelelli, por comentarios que tuve después, salió despedido y yo quedé adentro del vehículo, inconsciente.”

Cuando los jueces le preguntaron por “la mala relación” con la Base Aérea, Pinto recordó como ejemplo que en medio de una misa, “en plena homilía de monseñor Angelelli, fue interrumpido por el titular de la base, Lázaro Aguirre, quien le señaló que no estaba de acuerdo y debía retractarse”. “En las misas siempre había una o dos personas de civil que nos dábamos cuenta de que eran militares y en algunas ocasiones grababan”, señaló.

La carpeta con la investigación sobre el asesinato de los curas de Chamical apareció –contó el abogado Díaz Martínez– en un escritorio de Harguindeguy. Hoy, a los 73 años, Pinto vive en Formosa y trabaja en el Equipo para la Promoción y el Acompañamiento Solidario, que promueve el desarrollo de las comunidades wichí y toba. “La Iglesia fue cómplice del asesinato de Angelelli, nunca se pronunció públicamente –dijo Pinto a este diario–. Cualquier agrupación, cuando tocan a un miembro, reacciona: acá masacraron a Angelelli y nadie condenó su muerte.”

martes, 5 de noviembre de 2013

Se inicia el juicio oral por el asesinato del Obispo Enrique Angelelli

“Bajo el amparo de la jerarquía”

Los acusados son el ex comodoro Luis Fernando Estrella y el ex general Luciano Benjamín Menéndez.

“En esta causa queda particularmente demostrado que el terrorismo de Estado actuó criminalmente bajo el amparo de la jerarquía de la Iglesia Católica en Argentina”, se escuchó ayer durante la primera audiencia del juicio oral por el asesinato, en agosto de 1976, del obispo de La Rioja Enrique Angelelli. Los acusados son el ex comodoro Luis Fernando Estrella y el ex general Luciano Benjamín Menéndez.

El juicio comenzó ayer al mediodía, después de que se pudieran solucionar algunos problemas técnicos. La jornada consistió en la lectura de la elevación a juicio realizada por la fiscalía. Los jueces José Camilo Quiroga Uriburu (presidente), Carlos Julio Lascano (del Tribunal Federal Nº 1 de Córdoba) y Juan Carlos Reynaga (del Tribunal Federal de Catamarca) serán los encargados de dictar sentencia. Mario Garzón (del Juzgado Federal de San Francisco, Córdoba) fue nombrado magistrado suplente. Junto con los dos represores que serán juzgados, habían sido acusados también por este caso el ex ministro de Interior Albano Harguindeguy, el dictador Jorge Rafael Videla y Juan Carlos Romero, quien estuvo a cargo del Departamento de Informaciones (D2) de La Rioja, pero los tres fallecieron antes de que se inicie el proceso judicial.

Además de los fiscales generales Michel Horacio Salman y Darío Illanes, serán parte acusadora Miguel Angel Morales –por la Organización Tiempo Latinoamericano– y María Elena Coseano, sobrina del obispo. Pedro Goyochea y Mirta Sánchez representarán al Obispado de La Rioja y Guillermo Díaz Martínez y Bernardo Lobo Bugeau a las secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de la provincia.

El 4 de agosto de 1976, el entonces obispo de La Rioja regresaba desde la ciudad de Chamical a la capital provincial, tras participar de una misa en memoria de los sacerdotes asesinados que pertenecían a su diócesis, los padres Carlos Murias y Gabriel Longueville. Angelelli viajaba en una camioneta Fiat 125 Multicarga junto al ex sacerdote y amigo personal Arturo Pinto cuando, según testigos y el mismo Pinto, un automóvil de color blanco se cruzó por delante de la camioneta provocando su vuelco. Producto de los tumbos dados por el vehículo, Angelelli salió despedido y murió en el acto, en tanto que Pinto quedó dentro de la camioneta con diversas heridas.

En términos de prueba, el juicio revisará documentos, actas y sobre todo testimonios que desde el primer día dan cuenta del atentado, tal como señaló la elevación: “Podemos afirmar con seguridad que la colisión automovilística donde monseñor Enrique Angelelli perdió la vida fue provocada de forma deliberada por otro vehículo que venía siguiéndolos” a él y al sacerdote Arturo Pinto, que salvó su vida milagrosamente. Pero también, las querellas –a excepción probablemente del Obispado– evaluarán en dos direcciones el rol de la Iglesia. Por un lado, trabajarán sobre las pruebas del desamparo en el que la jerarquía dejó al obispo a sabiendas de que estaba amenazado y en peligro. Y por otro lado, se volverá sobre la insistencia de la Iglesia en calificar este hecho desde siempre bajo la hipótesis del accidente.

Luis Baronetto, querellante por Tiempo Latinoamericano, recuerda que “el obispo llevaba oculta tras el asiento de su camioneta la carpeta con la información reunida sobre el asesinato de los dos sacerdotes de Chamical. Una fotocopia de esa carpeta fue vista por el policía federal Peregrino Fernández en el escritorio de Albano Harguindeguy, entonces ministro del Interior. Así consta en el expediente judicial. Fue el motivo inmediato del crimen, que en realidad se preparó desde mucho antes con el ataque a la pastoral diocesana”.