martes, 12 de febrero de 2013

La jerarquía eclesiástica abandonó a los sacerdotes de La Rioja

Cristina Murias, hermana de uno de los curas asesinados.
“Querían destruir la pastoral”

Murias cuenta que “los propios curas que declararon” en el juicio admitieron que hubo “un matrimonio entre la cúpula de la Iglesia y los militares” y que la jerarquía eclesiástica “abandonó” a los sacerdotes de La Rioja.

 Por Laura Vales

Cristina Murias es la hermana de Carlos, uno de los curas asesinados en El Chamical. Desde Córdoba, donde vive, dice que los testimonios aportados en el juicio oral por los homicidios de su hermano y de Gabriel Longueville serán valiosos en el próximo juicio por la muerte del obispo Enrique Angelelli, “porque fue todo parte del mismo paquete: a mi hermano y a Gabriel los matan el 18 de julio, a monseñor Pedernera el 25 de julio y a Angelelli el 4 de agosto. Querían destruir la pastoral del obispo”. Parte de esos testimonios se refirieron al papel que tuvo la cúpula de la Iglesia. “Los propios curas que declararon lo dijeron: hubo un desposorio entre la cúpula de la Iglesia y los militares.”
“Lo dijo el padre que fue el superior de los capuchinos”, apunta Murias, del otro lado del teléfono.

–¿Qué palabra usó?

–Dijo que hubo un desposorio, un matrimonio entre las dos cúpulas. También Antonio Puigjané, que habló por videoconferencia. Todos sabemos que la Iglesia los abandonó. Angelelli fue a pedir ayuda, y en aquel momento (Vicente) Zazpe le mandó a decir: “Díganle al pelado que lo único que puedo hacer es rezar”. Y Zazpe era el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, ¿cómo que lo único que podía hacer era rezar?

–El juicio oral terminó en diciembre con tres condenas. ¿Se sintió conforme con el fallo?

–Con el fallo sí, pero hay que aclarar que la causa llegó mutilada al juicio oral, porque el juez de instrucción (Daniel Herrera) Piedrabuena no proveyó ninguna de las pruebas que pedimos. La causa tendría que haber llegado a juicio teniendo entre los acusados a (Albano) Harguindeguy y Eduardo Menem, que fue el instigador de toda la persecución a la pastoral del obispo Angelelli. El (Menem) fue ministro de gobierno de la dictadura y fue director periodístico del diario El sol, desde donde se hacía campaña contra el obispo. No hay que olvidar que la persecución a toda esa pastoral comenzó en el año ’70, ’71. ¿Y quiénes eran los mentores? Los cruzados de la fe, un grupo de ultracatólicos que defendían a los terratenientes. Y los mentores de eso eran los Menem. Por otro lado, inmediatamente después del juicio, la Cámara de Casación les dio a los condenados el beneficio de la prisión domiciliaria.

–¿Cuántos quedaron en prisión?

–De los tres, solamente uno, el comisario (Domingo) Vera. A (Luis Fernando) Estrella y (Luciano Benjamín) Menéndez, Casación les dio la prisión domiciliaria con el argumento de la falta de fundamentos, porque por la feria judicial la lectura de los fundamentos de la sentencia se pasó para febrero.

–Ahora, con la difusión de los fundamentos, ¿esto podría cambiar?

–No sé. Hay un criterio que nos deja atadas las manos, porque como querellantes no tenemos derecho a pedir ni a apelar las medidas coercitivas. Quiere decir que nosotros no podemos apelar.

–El juicio por el asesinato de su hermano, ¿va a ayudar en la causa de Angelelli?

–Sí, lo más valioso es lo que declaran los curas o ex curas y la gente que trabajaba en la pastoral, que ante un tribunal que eran dos jueces de Córdoba, porque tanto Gabriel como mi hermano eran cordobeses, se animaron a declarar. Todo eso es ahora un instrumento público.

–¿Por qué mataron a su hermano?

–La pastoral del obispo estaba centrada en ser la voz de los que no la tienen. Conseguían que a las empleadas domésticas no se las tratara como esclavas, porque les pagaban con la comida y ropa vieja, ayudaron a crear el sindicato minero, peleaban contra el apropiamiento de las sierras, porque todo el norte del país no tiene títulos de propiedad, son propiedades ancestrales. Entonces pasaba como pasa ahora, llegaban con la compra de 50 mil hectáreas hecha en Buenos Aires, fraguadas obviamente, y los desalojaban. En el año ’73 se produce un acontecimiento que jamás había pasado: cuando llega el obispo a celebrar las fiestas pastorales de Anillaco lo apedrean, le tiran tomates, Amado Menem con altoparlantes incitaba al pueblo para que los corrieran, porque decían que ésos no eran cristianos. Tanto es así que el papa Pablo VI tuvo que mandar a un delegado personal con una nota afirmando que la pastoral del obispo era la pastoral de la Iglesia Católica, como un modo de dejar en claro que no eran comunistas ni eran foráneos... bueno, todo el que no era de La Rioja era considerado foráneo.

–Hablaba de cómo la jerarquía de la Iglesia le dio la espalda a Angelelli. Ustedes, como familiares, ¿también recurrieron a la Iglesia por ayuda?

–Jamás, ni la Iglesia se acercó ni nosotros le pedimos nada, porque sabíamos perfectamente lo que era (Raúl) Primatesta. También el obispo (de La Rioja, Roberto) Rodríguez, que ahora está por renunciar, antes de que llegue el juicio por Angelelli, se negó sistemáticamente a ofrecer pruebas, hasta que este tribunal oral le ordenó que abriera los documentos de la curia, porque ahí consta la persecución a la pastoral, con todas las modificaciones que pudo haber con todos los obispos que siguieron.

–Así como se juzga a los militares, ¿también deberían ser juzgados los hombres de la Iglesia que tuvieron responsabilidad en los crímenes del terrorismo de Estado?

–Casi todos los que intervinieron en aquel entonces están muertos: Primatesta, (Antonio) Plaza, (Juan Carlos) Aramburu... pero creo que la Justicia podría condenar a la institución. Porque a las instituciones siempre las dejan a salvo, pero a las instituciones las manejan los hombres, los seres humanos, y lamentablemente acá fueron cómplices de la dictadura, o sea: denunciaron a gente, pedían las listas de los maestros en las escuelas de monjas que Primatesta las pasaba al Tercer Cuerpo. Todo eso se sabía y se sabe... ¿y que no haya sanción porque se murió? Tiene que haberla.

Represión dirigida

“En este juicio quedó especialmente claro que la Iglesia tuvo un papel pasivo, pero que también fue parte, en toda la represión en general”, le dijo a Página/12 Carlos Gonella, quien fue fiscal del caso del asesinato de los curas Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. Las condenas se conocieron el 8 de diciembre, pero los fundamentos fueron difundidos el viernes último. “En La Rioja la represión estuvo dirigida contra los sacerdotes del movimiento tercermundista. El obispo (Enrique) Angelelli iba y pedía a las autoridades, mientras ellas, desde la Conferencia Episcopal, asesoraban (a la junta militar). Este año, señaló Gonella, se espera que empiece el juicio oral por el asesinato de Angelelli, que volverá a poner la complicidad eclesiástica con la dictadura sobre el tapete. En el caso de Murias y Longueville, el fiscal recordó que otras de las pruebas clave fueron los legajos de Inteligencia de la Policía, que incluían un mapa donde los agentes ubicaban en el territorio a los curas de la pastoral de Angelelli, e incluían una lista con el perfil ideológico de cada uno y hasta valoraciones morales.

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